De títeres y cachiporras: matar al titiritero

José Ángel De León González, Javier Izquierdo Reyes, Covadonga García Fierro, Daniel María, Yeray Barroso Ravelo, Ramiro Rosón Mesa, Iván Cabrera Cartaya, Alejandra Acosta.

Una vez más se confunde ficción con realidad. Unos ojos que no comprenden o se disgustan ante lo representado actúan desde el foco de la violencia para tratar de entenderlo todo sin partir desde el punto básico de lo que supone una representación, la puesta en escena de algo que no se es fuera de la misma. Estos falsos imitadores de Don Quijote también confunden lo real con lo ficticio, pero en este caso les falta toda la altura del hidalgo y no solo no se disculpan, sino que disponen la cárcel y la fuerza:

 

—No consentiré yo que en mis días y en mi presencia se le haga superchería a tan famoso caballero y a tan atrevido enamorado como don Gaiferos. ¡Deteneos, mal nacida canalla, no le sigáis ni persigáis; si no, conmigo sois en la batalla!

Y, diciendo y haciendo, desenvainó la espada y de un brinco se puso junto al retablo, y con acelerada y nunca vista furia comenzó a llover cuchilladas sobre la titerera morisma, derribando a unos, descabezando a otros, estropeando a este, destrozando a aquel, y, entre otros muchos, tiró un altibajo tal, que si maese Pedro no se abaja, se encoge y agazapa, le cercenara la cabeza con más facilidad que si fuera hecha de masa de mazapán. Daba voces maese Pedro, diciendo:

—Deténgase vuesa merced, señor don Quijote, y advierta que estos que derriba, destroza y mata no son verdaderos moros, sino unas figurillas de pasta. Mire, ¡pecador de mí!, que me destruye y echa a perder toda mi hacienda.  (Don Quijote de la Mancha, Cap. XXVI de la 2ª parte)

¿Qué hacer?, ¿qué hacer? –la pregunta de siempre y para siempre. Los artistas y los críticos estamos autorizados a la rabia, pero más vale disfrutarla calmados. ¿Qué ocurrió? La detención de dos titiriteros (¿autores, actores, productores?) porque un objeto del atrezo incluía el texto "Gora Alka-Eta" (¿una parodia?, ¿un intertexto?, ¿una provocación? En cualquier caso, nunca una cita del original). Ni siquiera el texto del diálogo: el eco de un eco de un eco del resplandor... Nosotros tenemos una primera conclusión: la justicia necesita clases de teoría literaria. Sin ella, el Estado español es ya no solo una máquina que condena por un enunciado que nadie pronunció, que confunde los signos con prodigios, sino también una condena a la parodia para el arte: sentenciados a un nihilismo postmoderno, nosotros, ustedes, los Títeres desde abajo tenemos que aceptar que lo que hagamos siempre (por precaución, por si acaso) debe llevar consigo la ridícula marca de la autoparodia: que quede claro que no pretendemos lo que decimos; una nueva ley. La pregunta –qué hacer– es la misma: ¿acabaremos por descreer en el arte? Decimos "¡Nunca!", pero escribimos creyendo, con un miedo sagrado, en el horror de la censura.

 

Estremece observar la detención y encarcelamiento sin fianza de dos titiriteros cuyo único "delito" fue crear una ficción. Sí, una ficción destinada al público adulto en la que, durante la trama, el cartel “Gora Alka-Eta" era colocado en las manos de otro personaje, por parte de un personaje-policía, para poder acusarlo de enaltecimiento del terrorismo. Una denuncia, llena de sarcasmo, de los abusos de poder policiales que, tristemente, ocurren casi a diario en la vida real. Es cierto que hubo errores. Un error de gestión por parte del Ayuntamiento de Madrid, que como ha destacado el diario El País, escribió en su página web y en la programación que se trataba de una obra dirigida a todos los públicos, mientras en el Facebook municipal aclaraba que la obra estaba dirigida, únicamente, a adultos. Una contradicción que desencadenó que muchos niños acudieran a la cita con sus padres. El error de los titiriteros en ningún caso fue escribir y representar una obra satírica y de denuncia social; sino, sencillamente, no advertir a los padres de los niños presentes de lo que iban a ver. ¿Merece un error de gestión el terrible encarcelamiento de dos personas, sin fianza, que llevan sobre sus hombros la acusación de enaltecer el terrorismo? ¿No será este un caso injusto de censura, en el que la oposición del partido de Carmena intenta sacar tajada como buitres, incluso a costa del encarcelamiento de dos titiriteros? Creemos que la literatura y las artes escénicas siempre han cultivado una línea de denuncia y parodia, apelando al sentido del humor y a la capacidad crítica del espectador. El error más grave no lo han cometido ni el Ayuntamiento de Madrid ni los titiriteros: el error más grave ha sido del sistema, por pisar la línea que distingue realidad y ficción. Es vergonzoso que en pleno siglo XXI se acuse a los actores de aquello que sólo unos personajes irreales pretenden ser durante un rato.  

 

Resulta curioso observar cómo una escena que pretende denunciar las falsas denuncias por enaltecimiento del terrorismo es objeto de una falsa acusación por enaltecimiento del terrorismo y pone en marcha toda la maquinaria represiva del estado, validando plenamente lo denunciado en la obra. En la escena, un policía coloca un cartel con el lema "Gora Alka-eta", en referencia a la constante acusación de vínculos imposibles con ambos tipos terrorismo (como si fuesen lo mismo y tuviesen algún tipo de relación) que sufre la izquierda en España por parte de la derecha, junto a un personaje, una bruja (la referencia feminista es clara), y comienza a sacarle fotos como prueba para su futura denuncia. La bruja es rápidamente apresada y llevada ante el magistrado. Es obvio que no nos hallamos, de ningún modo, ante una escena que enaltezca nada, sino ante una sátira que pone en evidencia los mecanismos represores de la actual democracia española, a los que una denuncia del público pone a trabajar y revela algo que había escapado a la obra, mostrando, además, que la realidad puede ser una mala sátira de la sátira: no es necesaria una prueba clara y contundente, aunque falsa, para encarcelar a alguien; basta una mala lectura, una referencia mal interpretada, una descontextualización alarmante, una suma de prejuicios (anarquistas + referencia al terrorismo = apología o enaltecimiento), para que el afuera de la escena se convierta en una prolongación de la escena y nos escupa, como un espejo, las miserias de un estado de derecho sin derechos para la inmensa mayoría. 

 

Escribir comentario

Comentarios: 2
  • #1

    José Mario Domínguez Jorge (martes, 09 febrero 2016 21:52)

    Estupenda respuesta a la infamia cometida por el Gobierno a la actuación de los titiriteros. Como han manifestado los autores de éste escrito-protesta; España está perdiendo con éste Gobierno grandes y peligrosas faltas de democracia. Lo cual no hacen con su propio partido, podrido por la corrupción, y el desatino y represión de sus fuerzas policiales. Dirigidas por una mano muy dura, que obliga a la policía a cometer errores de excesiva violencia. Mi felicitación por esta forma objetiva y contundente de mostrarle al Gobierno sus carencias democráticas y falta de libertad.

  • #2

    C. G. F. (jueves, 11 febrero 2016 16:44)

    Muchas gracias por la felicitación. Además de todo lo que has enumerado, hay que sumar lo insultante que resulta este caso para las personas de nuestro gremio, es decir, las personas que nos dedicamos al mundo de la representación, en cualquiera de sus vertientes (literaria, teatral, musical, pictórica...). ¿Acaso merecemos que se confunda, manipule o tergiverse lo que hacemos de esa manera? Un saludo.