Melanie Domínguez. Transformación copulativa

Melanie Domínguez


Breve comentario crítico de Daniel Bernal Suárez


Manos prolongándose desmesuradas hacia el tacto evanescente de lo onírico, fijeza de una mirada que busca penetrar más allá de la materia visible, desvelar dimensiones acaso ignotas o soterradas. Sobre la obra de Melanie Domínguez orbita la impronta del surrealismo, su gramática creativa de imágenes, su principio rector de las analogías subconscientes. Al cromatismo sólido de sus piezas lo rodea, con frecuencia, un aura de trascendencia vehiculada por la comparecencia en el espacio pictórico de toda una serie de motivos de ascendencia astral y cuasireligiosa: hay una utilización del ojo como una presencia cósmica, alusiva a una fijeza o perennidad de la visión -a ratos presagio, a ratos inquietud-. El poeta Juan Eduardo Cirlot nos recordaba la correspondencia entre el acto de ver y comprender y, en su Diccionario de símbolos, refería lo siguiente:

 

«Los ojos heterotópicos, es decir, desplazados de su lugar anatómico y trasladados a diversas partes del cuerpo en figuraciones fantásticas, angélicas o deidades: manos, alas, torso, brazos, distintos lugares de la cabeza, etc., aluden al correlato espiritual de la visión, es decir, a la clarividencia.»

 

Composiciones donde los cuerpos y los rostros son sometidos a transformación copulativa: con animales (serpientes, abejas, ranas), y con los propios elementos de la simbología a la que hemos aludido anteriormente. Todo ello conforma un imaginario que puede incidir, en ocasiones, en lo alegórico. Su singularidad radica en la mezcla de esos esbozos de realidades trascendentes junto a referencias pop y figuras de las que emana -en su gestualidad, en su vertebración- un erotismo implícito y una curiosa convivencia de la ternura y la crueldad.

 

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Comentarios: 1
  • #1

    C. G. F. (sábado, 07 noviembre 2015 23:02)

    Me encanta la imagen de la mujer desnuda, en el espacio, con los dos ojos a los lados. Es maravillosa. Enhorabuena.