Libro del observatorio (fragmentos dispersos)

Sergio Barreto

EL SILENCIO como orden universal y la palabra como su accidente más maravilloso.



EN TANTO SE alimenta, el hombre deja un instante su máscara y, al inclinarse sobre el plato, nos otorga una complicada imagen: la entrañable vulnerabilidad de los herbívoros junto a la iracunda vorágine del ancestro cavernario.



INTERMINABLES/ quedarán de mí/ signos/ deshojados,/ interrogantes/ abiertas/ a la noche./ Adentro/ mi sombra/ en el umbral;/ con su arista/ traspaso/ el oscuro/ cuerpo/ de la casa,/ el compacto/ ópalo/ de la infancia:/ No volveré,/ digo./ La despedida/ entrelaza/ su materia,/ su poso/ a la permanencia/ del que queda./ Alas/ de puertas/ que se abren/ y cierran/ negando/ del mundo/ su remota/ claridad:/ incierta/ envergadura/ de qué pájaro/ sagrado./ No volveré,/ digo,/ repito,/ contemplando/ tras de mí/ ápices/ de niebla,/ herrumbrosos/ pañuelos,/ luciérnagas/ que claudican/ y en silencio/ gotean,/ entrelazadas.


CUANDO EL rayo inunda el pensamiento, la materia es aún más efímera.


LA LÍNEA de las aguas, creciendo y disminuyendo a ritmo de marea, reduciendo el territorio de las islas y devorando la presencia de los hombres en su margen. La línea de las aguas como única frontera inevitable.


EL PUNTO vulnerable de Aquiles como metáfora de distracción divina.



Y FINALMENTE la contorsionista perdió la cabeza en algún remoto rincón de su cuerpo.



EL VALOR de un hombre se puede medir por la forma en la que emplea sus silencios.



AL AMANECER en una gran ciudad lo primero que uno escucha es el mundo de la técnica que florece, avanza y ruge: el estrepitoso despertador del “progreso” oponiéndose a la posibilidad de que el hombre extienda sus sueños.



SE CERRÓ de tal manera sobre sí mismo que acabó por morderse el corazón. 


TALMUD: «Ay del pueblo cuyos jueces tiene que ser juzgados.»


CUANDO LA estrechez de miras se instala en los ojos de un hombre, una simplificación drástica del mundo en el que vive no tarda en apoderarse de su conciencia. Demasiado cobarde como para aceptar la ingente cadena de hechos y acontecimientos de la que proviene y en la cual se encuentra inmerso, este hombre no dudará ni un segundo en responder con violencia ante cualquier complejidad que se le presente, pues dicha complejidad será considerada por su instinto de conservación como un ataque a ese paraje que su mirada abarca y que él, sumido en la completitud que su simplicidad le otorga, ve como si de un todo se tratase.


HAY MÁS verdad en lo que trata de decir un hombre que en aquello que finalmente dice. 


DOBLE HOJA de la sociedad de la inmediatez: poder intercambiar todo tipo de información, pero sin generar reflexión alguna sobre dicha información.


LA GRAVEDAD que adquieren las cosas al atardecer.


LA TENSA soledad de los hombres que, a primera hora de la mañana, llenan los tranvías, me lleva a pensar en la vergüenza con la que escapamos del mundo de los sueños y nos incorporamos al mundo de los relojes y las sentencias. Muchos rostros parece que han cometido, entre las diez de la noche y las siete de la mañana, un crimen atroz e inconfesable.   


TODA SU defensa consistía en no tener nada, ni siquiera algo que ocultar.


LA INTUICIÓN se abre paso por las rutas subterráneas de la mente; asocia los recuerdos que yacen en la memoria con el mar de impresiones en el que constantemente navegan los sentidos y, de algún modo, provoca que esa asociación se adelante al tiempo presente, propiciando una solución ante aquello que va a suceder. 

 


POLIGLOTÓN: HOMBRE hambriento de mucho. 



ALGUNOS TRADUCTORES nos hacen creer que los poetas que escriben en otros idiomas no saben de poesía.



EXISTEN DESCONOCIDOS, conocidos y exconocidos. Incluso puede que el tiempo y las desavenencias hagan que una sola persona atraviese esos tres estados sociales. Esto, a su vez, nos procura una información mucho más profunda sobre quién es esa persona que la información procurada por el conocido; el cual siempre está ahí, acatando esa condición, calibrando su contacto con nosotros como nosotros calibramos su contacto con él. El exconocido, por lo tanto, es la síntesis entre el no saber de alguien y el saber de alguien, aunque, eso sí, para que esta especie de rango tenga lugar es necesario algún tipo de ruptura, alguna forma de infamia operada por nosotros o por él. El exconocido, por lo tanto, como nutriente con el que se incrementa la solidez de nuestro resentimiento. 



LA BELLEZA exige lentitud para mostrarse.


APELANDO A su poder, el hombre oscuro, el que sólo posee.




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Comentarios: 2
  • #1

    José Aníbal Campos (viernes, 09 octubre 2015 02:07)

    EN DEFENSA DE UN OFICIO

    Decía Roland Barthes que "la máxima" era "la más arrogante de las formas del lenguaje". Y creo que en cierto modo da en lo cierto: la rotundidad del aforismo (su aspiración de absoluto, su afán de reafirmarse como islote solo y solitario en el mar del lenguaje, círculo cerrado y rodeado de líquido, sin salida real, solo mental) hace bastante difícil combatirlo. A menos que respondas con otro aforismo, incluso con uno más concreto, como este:
    "ALGUNOS TRADUCTORES nos hacen creer que los poetas que escriben en otros idiomas no saben de poesía", dijo un día un poeta que apenas conoce otro idioma.

  • #2

    Sergillo (viernes, 09 octubre 2015 10:26)

    What are you, banded one?