Abra

Miguel Pérez Alvarado

No, ese perro que ladra al sol caído, no ladra en el Monturrio de Moguer, ni cerca de Carmona de Sevilla, ni en la calle Torrijos de Madrid; ladra en Miami, Coral Gables, La Florida, y yo lo estoy oyendo allí, allí, no aquí, no aquí, allí, allí.

Espacio, Juan Ramón Jiménez

I.

HABRÁ allá cielo

como aquí cielo,


montañas a los lejos,


tierra que da sed,

pardo verde y sol

que no amaina en la noche

la extensión;


allá memoria hecha

cuerpo entero aquí,

o del revés tanto


tiempo flores dentro.


(cuenca alta del manzanares)


II.

DE donde

cae;


toda la luz cabe en la noche

y la incendia para sí

hasta la aurora y luego;


tanto ojo sobre alguna vez

para dar tamaño justo al día:


la sangre en que lates

galopa hasta allá

de donde vuelve

y te deja retumbando,

caliente en los regueros.


La noche estancia

la luz, la sangre:

abre en su vientre tu cuerpo


su desmesura. 


III.

SI respiras, y dentro

haya

mar y penumbra y piel

contra los cercos;


y el borde abra

en la caricia

cada fruto

acumulado estación tras estación,

dentro el sol y la nieve

sin remedio redentos;


y en la isla sea

en tu cuerpo

sus mareas

tus costados

dilatándose, amainando.


Si todo el tiempo allí, hecho hasta los huesos.


IV.

NO sea un río

mi carne

y en un calco quede abierta, eco en eco,

su extensión.


Para darse en cascada

cada aurora;


para siempre,

ola en ola,

siga orilla.


y V.

Devuelto a la orilla,

traído trozo de mar como otra seba,

el cuerpo sea poco a poco,

más a más, hecho al contorno

que andamió la boca

desde atrás.


El salitre que fue memoria

y dio fulgor

ahora tenga en mí

su enredadera;


nunca menos sed

cascada en flor-

que allá de donde venga, y mar

que me devuelva luego en escombros

contra la orilla.


(jonás expulso)


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