Karina Beltrán. Un viaje geométrico

Karina Beltrán


Breve comentario crítico


Yeray Barroso

 

Leer la piel (2013-2015), de Karina Beltrán, se reconoce como una búsqueda en la geometría, los colores y las suturas. Ya en 2009 El hilo de los días y en 2011 Piel, desde la fotografía y la búsqueda de motivo en el objeto, casi siempre entre la persona, el paisaje y la costura que cubre el cuerpo, parecían adelantar una indagación que se torna más simbólica en esta última propuesta. Si tuvieran que buscarse semajanzas, esta búsqueda artística hace recordar a la abstracción geométrica de Mondrian en algunos casos, cuando los colores aparecen en cuadrícula, que rompe aquí Beltrán con las coseduras que parecen restaurar una piel dañada. En otros casos recuerda a Kandinsky, cuando los hilos se adentran en formas geométricas más caóticas. En este sentido, dentro de la temática que cierra el círculo de las composiciones, la intensidad del color se mueve desde lo estático a lo caótico, dinamizado siempre por los hilos que parecen caminar en la quietud y que aceleran el espacio visual. Los colores sugieren cuerpos y a la vez estaciones, cambios de la hoja según el transcurso del tiempo: verde y azul, amarillo y canelo. Al fin negro.

 

 

Tanto en la geometría más evidente, como en aquella que parece descomponerse, el trazo acuoso le da un tono líquido a toda la obra, lo que evidencia una fluidez y movimiento aún mayor que el que simbolizan los colores. El hilo parece establecer un orden lúdico y laberíntico, unos pasajes por los que el espectador debe introducirse.

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