Mariano Castro. Tres poemas

Mariano Castro

Piensa sólo en la mano

cuando traza estos signos.


Contempla en el papel

la tinta de la pluma,

oscura aparición de un límite invisible.


Detén el pensamiento,

el ruido de las voces,

el torbellino atroz de las imágenes,

la tormenta nocturna de las formas

buscando su materia.


Escucha, ahora, el silencio;

no esperes nada más,

y reposa, por fin, ya sosegado.



Escupe tu palabra

en el rostro de nadie,

porque nadie expone

su rostro a una palabra

que pueda desmentirlo.


Pues exigen un acto los disfraces,

transformador, mas leve,

como pensamiento de púlpito o tribuna

formal de paradigmas.


Escupe tu palabra,

hazte nadie en tu rostro

y sella con el fuego

otro signo invisible:

el único viático

de un encendido errar.


Concede a quien de ti

no se separa nunca,

en virtud de una noble servidumbre,

el valor que atesora

y, sin embargo, es tuyo.


Solo entonces podrás reconocer

a un extranjero

como siempre merece.

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