Noelia Villena. Objetos y espacio

Noelia Villena de la Cruz

Breve comentario crítico de Yeray Barroso Ravelo

Noelia Villena (Tenerife, 1986) es una artista de objetos y espacio. Sus instalaciones, acotadas a un espacio circunstancial, tienen dos vertientes diferenciados que se entrecruzan. Por un lado, la obra se alimenta de lo terroso y está asociada simbólicamente a lo animal, a la naturaleza, funcionando en sucesión de red que da la sensación de habitar un laberinto telúrico, casi un espacio de vivencia para la araña. Ocurre esto, sin embargo, fuera de productos nacidos de la naturaleza. Precisamente es en Obsolescencia programada(2012), instalación elaborada para el festival Keroxen, donde los objetos-desecho procedente de la planta de residuos, cuyas fotografías fueron realizadas por Carlos Batista, dan apariencia por medio de la cinta de embalaje de posibilidad para disponer de un nuevo funcionamiento a partir de lo obsoleto: muebles o electrodomésticos toman vida de esa imbricación en la red laberíntica que parece tejer la araña. Esta cinta para embalar, sin embargo, deja de ser red, laberinto, objeto ruidoso dentro de la naturaleza, en Paisajes y empaquetados, también del 2012, pues en esta ocasión esos objetos desecho no se introducen en una realidad en red, sino que se ofrecen como el resultado de interior desconocido para un objeto del que vemos su piel. La novedad surge a partir del reciclado de lo cotidiano que ha quedado obsoleto. La obra escultórica, entonces, se presenta como realidad nueva para unos productos que han tenido un uso que no se ha salido de la normalidad. Tras su muerte les ha llegado la nueva vida. Se introduce un eterno retorno para el constructo doméstico, que funciona casi como collage o pastiche: de unos objetos con existencia y utilidad previa se saca una funcionalidad y un significado posterior que es eminentemente diferente del de origen. El resultado es novedoso para el objeto y la significación de utensilio que este tiene cambia por completo. De lo cotidiano se construye lo artístico.


Noelia Villena de la Cruz, por otro lado, cuando elabora el espacio natural desde la misma naturaleza, parece dejar fuera todo ruido. Así ocurre en Spectrum(2013), cuyas fotos fueron tomadas por Mónica Ojeda. Mediante la pintura acrílica sobre el plástico transparente que Villena expuso en la sala El Tanque, de Santa Cruz, el bosque aparece en ambiente de nocturnidad. La luz, entonces, se muestra desde la perspectiva lunar y todo el sonido que llega parece provenir del silencio. Contrasta esta parte de la obra de Villena, más tenebrosa por la sobriedad, con la consecución de nuevos objetos a partir de la red formada por la cinta de embalaje.

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