Azucena Arteaga Medina. Dos poemas de Midnight Blue

Azucena Arteaga Medina

IV. Recuerda


El poeta anota la causa de la muerte,

Rosas libadas en un antiguo dintel”


Una madrugada sin conciencia,

con la cordura anestesiada

y el pulso vibrante en los ojos y en los labios,

los amantes arrancaron los pétalos

a los fulgentes rosales de la plaza

para derramarlos a los pies de la iglesia.

El mejunje resultante del surreal sacrificio

de sangre, risa y sabia

viaja por el umbral de los siglos

y si el tiempo aletargara la ausencia de uno de ellos,

las mismas rosas acometerían la muerte

deseada a la llamada del enfermo de vacío.


V. Babel o la reconstrucción del crimen


El canto submarino

de los tallos espinosos y desnudos

le hipnotiza.

El insomnio le atraviesa cada noche.

Somnolienta y descalza,

desciende las escaleras como un espectro,

desconoce los hilos que la conducen

mientras ellos crecen obedientes a la promesa,

hambrientos de su sangre enferma de vacío.


Una noche el pulso se detiene anestesiado por el intrépido aroma

y el vientre se tornó inmóvil

atravesado por la violencia de las raíces nacientes.

Ella,

su cadáver,

ahora yace forjado como el ADN

salomónico, retorcido,

ascendente y descendente,

como la Torre de bABEL.

Su aliento derramado

como los Jardines de Babilonia...


Ella,

muerta,

asaeteada por rosas y lenguas.


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