Carta de John Keats a Fanny Brawne

Traducción de Carlos Laiño Domínguez

Shanklin, Isle of Wight,

Thursday [July 1, 1819].

[Postmark: Newport, July 3, 1819]

My dearest Lady,

I am glad I had not an opportunity of sending off a letter which I wrote for you on Tuesday night—´twas too much like one out of Rousseau’s Heloise. I am more reasonable this morning. The morning is the only proper time for me to write to a beautiful Girl whom I love so much: for at night, when the lonely day has closed, and the lonely, silent, unmusical Chamber is waiting to receive me as into a Sepulchre, then believe me my passion gets entirely the sway, then I would not have you see those Rhapsodies which I once thought it impossible I should ever give way to, and which I have often laughed at in another, for fear you should [think me] either too unhappy or perhaps a little mad. I am now at a very pleasant Cottage window, looking onto a beautiful hilly country, with a glimpse of the sea; the morning is very fine. I do not know how elastic my spirit might be, what pleasure I might have in living here and breathing and wandering as free as a stag about this beautiful Coast if the remembrance of you did not weigh so upon me. I have never known any unalloy’d Happiness for many days together: the death or sickness of some one has always spoilt my hours—and now when none such troubles oppress me, it is you must confess very hard that another sort of pain should haunt me. Ask yourself my love whether you are not very cruel to have so entrammelled me, so destroyed my freedom. Will you confess this in the Letter you must write immediately, and do all you can to console me in it—make it rich as a draught of poppies to intoxicate me—write the softest words and kiss them that I may at least touch my lips where yours have been. For myself I know not how to express my devotion to so fair a form; I want a brighter word than bright, a fairer word than fair. I almost wish we were butterflies and liv’d but three summer days—three such days with you I could fill with more delight than fifty common years could ever contain. But however selfish I may feel, I am sure I could never act selfishly: as I told you a day or two before I left Hampstead, I will never return to London if my Fate does not turn up Pam or at least a Court-card. Though I could centre my Happiness in you, I cannot expect to engross your heart so entirely—indeed if I thought you felt as much for me as I do for you at this moment I do not think I could restrain myself from seeing you again to-morrow for the delight of one embrace. But no—I must live upon hope and Chance. In case of the worst that can happen, I shall still love you—but what hatred shall I have for another! Some lines I read the other day are continually ringing a peal in my ears:

To see those eyes I prize above mine own
Dart favors on another—
And those sweet lips (yielding immortal nectar)
Be gently press’d by any but myself—
Think, think Francesca, what a cursed thing
It were beyond expression!

J.

Do write immediately. There is no Post from this Place, so you must address Post Office, Newport, Isle of Wight. I know before night I shall curse myself for having sent you so cold a Letter; yet it is better to do it as much in my senses as possible. Be as kind as the distance will permit to your

J. Keats.

Present my Compliments to your mother, my love to Margaret and best remembrances to your Brother—if you please so.


Shanklin, Isla de Wight,

Jueves (1 de Julio, 1819)

(Matasellos, Newport, 3 de Julio, 1819)



 Mi queridísima señora:


Me alegro de no haber tenido la oportunidad de enviarle una carta que escribí para usted el martes por la noche; se parecía demasiado a las de la Eloísa de Rousseau. Esta mañana soy más razonable. La mañana es el único momento apropiado para escribirle a la hermosa joven a quien tanto amo; porque de noche, cuando el solitario día ha concluido, y mi despacho vacío, silencioso, sin música, está esperando para recibirme como un sepulcro, entonces, créame, la pasión toma todo el poder; además, no quisiera que viese las rapsodias a las que antes jamás pensé que me entregaría, y que a veces me hicieron reír en otros; temo que me creerías o demasiado desdichado, o quizá algo loco. Ahora estoy junto a la ventana de un bonito cottage, mirando un bello país montañoso, donde se entrevé el mar; la mañana es espléndida. No sé cuán elástica podría ser mi alma, qué placer me daría vivir aquí, respirando y correteando libre como un ciervo por esta hermosa costa, si tu recuerdo no pesara tanto sobre mí. Nunca conocí una felicidad tan pura que durase tantos días seguidos: la muerte o la enfermedad de alguien siempre ha estropeado mis horarios; y ahora, cuando ninguno de estos problemas me oprime, es usted quien debe confesar firmemente que otra clase de dolor debe atormentarme. Pregúntese, amor mío, si no es harto cruel por haberme aprisionado, habiendo destruido así mi libertad. Confesaréis esto en la carta que debéis escribirme inmediatamente, y haced cuanto podáis por consolarme. Hacedla sabrosa cual infusión de adormidera para que me embriague; escribid las palabras más dulces y besadlas, para que mis labios rocen al menos el lugar donde se posaron los vuestros. No sé cómo expresar mi devoción por una silueta tan bella. Necesito una palabra más radiante que radiante, una palabra más hermosa que hermosa. Casi desearía que fuésemos mariposas y viviésemos sólo tres días de verano. Tres días así contigo los llenaría con más placer que el que jamás cabría en cincuenta años. Pero aunque me pueda sentir egoísta, estoy seguro de que jamás podría actuar como tal: como te dije uno o dos días antes de salir de Hampstead, jamás volveré a Londres si mi destino no me da una jota de tréboles o al menos una carta. Aunque podría centrar en ti toda mi felicidad, no puedo esperar cautivar completamente tu corazón; de hecho, si pensara que tú sientes tanto por mi como yo por ti en este momento, no creo que pudiera impedirme verte mañana mismo por el único placer de abrazarte. Pero no; debo vivir en esperanza y azar. En caso de que ocurra lo peor, te seguiré amando. Pero, ¡qué odio sentiré hacia el otro! Unos versos que leí el otro día repican continuamente en mis oídos: 

Ver esos ojos que estimo sobre los míos propios

Dardo que favorece a otro

Y esos dulces labios (brindando néctar inmortal)

Ligeramente apretados para nadie excepto para mí

Piensa, piensa Francesca, qué maldición

¡Si fuera más allá de la palabra!

J.


Responda pronto. No hay correo desde aquí, por lo que debe dirigirla a la Oficina de Correos de Newport, en la Isla de Wight. Sé que antes del anochecer debo maldecirme por haberle enviado una carta tan fría; de hecho, es mejor hacerlo antes de que pierda la cordura. Sed tan amable como la distancia le permitirá a vuestro

J. Keats


Presentad por favor mis saludos a vuestra madre, mi amor a Margaret y los mejores recuerdos a vuestro hermano.

Escribir comentario

Comentarios: 3
  • #1

    Maisa (martes, 03 marzo 2015 15:12)

    Muy romántica y captadora de atención por su buena traducción ,que contiene o conserva la pasión convertida en letras.
    Enhorabuena !

  • #2

    Pepe (martes, 03 marzo 2015 17:43)

    Una bella traducción de uno de los grandes. Felicidades. Carlos, por la exquisita sencillez que logras transmitir.

  • #3

    Denis (lunes, 09 marzo 2015 01:11)

    Una traducción cautivante! Transmite una relación de amor envidiable y verdadero de la que todos y cada uno de nosotros querría gozar. Enhorabuena al traductor! Nos hace disfrutar de ella.