Skitsofrenís. Creación, interacción y transformación

Skitsofrenís


Textos traducidos por Mario Domínguez Parra

2.  «Viviré como un duende...».


3.  «La vita è Belu»: es un retrato de Sotiría Belu (1921-1997), gran cantante griega de música popular.


5. «Muestra tu mente, no tu cuerpo»


6.   «Guarda algo de amor, alguien pasará».


Breve comentario crítico de Daniel Bernal Suárez

"El grafiti es el arte por antonomasia de la ciudad contemporánea, una forma artística que transforma los muros de la ciudad en receptáculos de sorprendentes transformaciones formales. Es el arte de la palpitación urbana". Así se ha pronunciado sobre esta forma artística callejera Josep María Català, resaltando su carácter urbano. Por su propia naturaleza, el grafiti supone tres procesos simultáneos: creación, interacción y transformación. Creación por cuanto comporta una expresividad visual que no se agota en sí misma, sino que conlleva un acto de intervención espacial que afecta a su recepción. Todo grafiti reconfigura visualmente el entorno resignificándolo, dotando de un nuevo mensaje al entramado ordinario del urbanita e interaccionando con él en la medida en que interpela y cuestiona a cada transeúnte a su paso. La obra así entendida no está expuesta en un lugar privilegiado para que el espectador vaya a contemplarla. Al contrario, asalta al sujeto en medio de su peregrinaje metropolitano. Interacción, por tanto, transformativa: no solo del espacio, sino también de la mirada y de las delimitaciones entre lo público y lo privado.


Cabría aplicar una reflexión sobre el grafiti partiendo de la conocida tesis sobre el marco de Ortega y Gasset. El marco, como delimitador, permite crear una frontera, un espacio entre los mundos de la obra y de la realidad fenoménica externa a la misma. Esa frontera, en el grafiti, desaparece, se difumina, entrando en contacto directo la obra con el ámbito de la ciudad, sus edificios, sus calles. De modo que se produce una doble operación contaminante: al obligar a readaptar estéticamente la mirada sobre la urbe (e introduciendo en la propia materialidad de la obra el choque y la tensión del espacio que opera en sus extrarradios) y al urbanizarla (con la contingente cosificación que ello entrañaría) como un objeto más en el tejido de símbolos cotidianos.


Desde sus orígenes el grafiti ha adoptado innumerables formas. No obstante, si bien con los años se ha hecho más consciente y palpable el componente estético, su concepción primigenia visibiliza tensiones políticas y sociales al erigirse como acción. Acto estético y acto político simultáneamente. El conjunto de grafitis y pintadas de una ciudad pueden asumirse como una galería de intervenciones (y, quizás, sean también un imaginario visual colectivo), una gestualidad que acarrea, por la doble esencia que hemos comentado, una resistencia simbólica. En este sentido se han manifestado algunos autores destacando su carácter subversivo sobre distintos órdenes, exponiendo "lo que es prohibido, lo obsceno", y apuntando a "un tipo de escritura perversa que dice lo que no se puede decir", tal como escribió Armando Silva. Anonimato y acción colectiva dan paso a una plasmación individual refrendada por el tag o la firma, siendo ésta un elemento estético más.


En la última década, además, el grafiti no ha quedado restringido a las calles sino que ha colonizado internet. Extensión y difusión hacia la ciudad global.


La obra del grafitero griego Skitsofrenís exhibe una multiplicidad de registros unificados, sin embargo, por la relevancia que concede al rostro humano y su expresividad emotiva. Rostros solos o acompañados de lemas, su verismo se asocia en ocasiones a una composición imaginativa (como en la serie de trabajos en los que se conjugan cabezas humanas y animales). Rostros que esconden otros rostros o quiebran máscaras o pieles para emerger como si se anunciara la exaltación de la espontaneidad y lo natural. La naturaleza, precisamente, ha sido uno de los motivos tratados por Skitsofrenis en varios trabajos. Representación de la naturaleza (con inclinaciones ecologistas, podría decirse) que abarca como espacio de intervención los mismos entornos naturales (véase arriba el ave que se perfila sobre lo que queda de una cerca en medio del campo). También rescata referencias pop o de la cultura popular.


En las ocho piezas de Skitsofrenís que podemos ver en este número de Fogal pueden rastrearse distintas facetas: desde la honda emotividad que imprime a sus retratos (sorpresa, introspección, esperanza), pasando por la autorreflexividad metadescriptiva de la tarea grafitera, el desplazamiento metafórico articulado en el nº 5 cuyo lema reza "Muestra tu mente, no tu cuerpo", o el tema de las máscaras interiores.


Si la ciudad es un cuerpo de engranajes y células-personas que interaccionan entre sí, cubriendo la red de capilares con su frenética actividad en ciclos marcados por el giro de nuestro planeta, el grafiti puede simular los tatuajes de ese cuerpo. Tatuaje o palimpsesto: emisión de formas sobre las formas preexistentes. Allí donde un muro blanco hacía pensar en las ruinas, yace ahora el rostro que anuncia la posibilidad de lo imposible.



*Puede comprobarse la variedad temática y estilística del grafiti en Atenas en este artículo aparecido en The Guardian:

 

http://www.theguardian.com/world/gallery/2014/nov/11/contemporary-graffiti-art-on-the-walls-of-athens-in-pictures

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