Eugenio Millet o la subversión

Yeray Barroso Ravelo

La producción poética de Eugenio Millet (1962 – 1991)1 es, en su mayor medida, no definitiva. Cuando nos acercamos a su obra estamos, excepto cuando leemos Últimos versos (Accésit al premio Félix Francisco Casanova en el año 1979), ante una obra provisional. Solo La mamarracha (1985), además de la obra mencionada, se llegó a publicar como obra concluida. Esta en forma de plaquette. La mayoría de poemas aparecieron en la prensa y en fanzines. Así lo afirma Coriolano González Montañéz en la edición que realizó para la editorial Baile del Sol, publicada durante el año 2002 y que sirve como referencia de lectura para este ensayo. El propio Coriolano solo da carácter definitivo a tres obras: Últimos Versos (1979), Pasto lascivo (1983-1986) y La mamarracha (1985).

Si atendemos a Millet desde el punto de vista generacional, este aparece en el contexto de la llamada «Joven Poesía Canaria» de los ochenta, surgida entre otras cuestiones, en relación al homenaje realizado a Pedro García Cabrera durante el año 1981 en el que participaron creadores como Ernesto Suárez, Daniel Bellón, Anelio Rodríguez Concepción o Carlos Bruno. Sin embargo, aunque el tono del libro que obtuvo el premio Félix Francisco Casanova puede estar, en principio, cercano a lo que realizaban sus coetáneos, lo cierto es que muy pronto se separa totalmente de las tendencias de este grupo, cuya búsqueda se acercaba a la ofrecida por Pedro García Cabrera en La esperanza me mantiene. En ese mismo encuentro, el poema que Eugenio Millet leyó: “El amor es un tigre disfrazado de mariposa”2 , no se encuentra ya en la línea de lo que escriben los demás. 

 

Pese a que pueda parecer que en Eugenio Millet hay un antes y un después, una ruptura con un yo anterior que se fija en el año 1982, percibimos en el autor una clara evolución que va desde la sensación de falta de libertad hasta la obtención de esta. Son constantes su  primera etapa las alusiones a la cuestión carcelaria y opresiva, como se puede apreciar en los siguientes fragmentos, seleccionados de poemas diferentes:

 

porque mi cuerpo, ante todo y, sobre todo,

es de cárceles; cárceles donde habitan

hombres como hormigas, las manos de mi prisión.

 

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por eso esta cárcel

es eterna.

 

No tarda, sin embargo, Eugenio Millet en subvertir su lenguaje y, en medio de la provocación y la lujuria, quizá influido por el ambiente de la movida de la década, en atacar a lo normativo y a la hipocresía que hay en ello. Importante es el breve escrito “Mamá, tu séptimo hijo es maricón”, que firma con el seudónimo Mariconio Feliz, lo que supone una autodenominación contestataria, siguiendo la terminología que expone Beatriz Preciado en su Manifiesto contra-sexual. El insulto heterocéntrico, en este caso, es tomado como denominación, y es con el término maricón con el que desde la ironía se denomina

 

“Ya no soy comunista; a los quince años era comunista y no era maricón. Ahora soy maricón y no puedo ser comunista […] a partir de ahora tendrás un dolor más de madre frustrada […] tu séptimo hijo es maricón y eso es cruel y vergonzoso […] he sido y soy feliz entregándome a un hombre y han sido y son felices aquellos jovenzuelos que aunque en este momento se escondan yo sé que que una noche de sus vidas me entregaron como nadie puede entregarla, follándome” (p.201).

 

Pasto lascivo supone, tomando como referencia el escrito anteriormente citado, la máxima expresión de la experiencia poética de Millet, pues los textos de La mamarracha y de otras publicaciones se acercan al Rock&Roll o al Punk (grupos como The Smiths, The Cure o The Clash son los que más le atraen). Son letras directas y sexuales. La poesía, en estos escritos se vuelve en experiencia del ano como centro del placer. Eugenio Millet se reconoce de forma provocativa como ser que encuentra placer en la penetración anal. No es casualidad que un poema como “Déjate cariño” aparezca en Canciones de bujé (1985), La mamarracha y Pasto lascivo:

 

Ponte saliva en el culo

ábrete cariño

 

Penetro despacio

revuélcate revuélcate cariño.

 

Otra de las constantes de esta subversión es la práctica oral con el falo. Hay, eso sí, una centralización de este como productor de placer, que cobra imagen en Pasto lascivo, obra que prescinde casi de nexos para nombrar al acto de subversión constante por medio de la figura del sátiro en que redunda constantemente y que toma directamente de la tradición griega a ese ser de naturaleza humana con las más perversas cualidades animales: cuernos, orejas de cabra, cola de caballo, un falo siempre erecto que alude a una sexualidad desmedida y potencia sexual descontrolada. Esa es la lascivia que fundamenta la obra, la presencia de ese sátiro que va a la búsqueda de anos y falos. Es en ellos donde está el núcleo del placer que Eugenio Millet reivindica, pues la obra no es más que la afirmación de su yo como individuo, un ser que debe contrariar, y así lo asume, a lo normativo. De ahí la no necesidad de tantos adornos. La poesía ahora es vivencia del placer y liberación, que es el principal motivo de la palabra.

 

(copa Nikosthenes en que se puede ver la gran potencia sexual que representa el sátiro)
(copa Nikosthenes en que se puede ver la gran potencia sexual que representa el sátiro)

Más que las tres etapas que distingue Coriolano González, en los doce años en que se concentra esta ebullición creadora, hay una labor continuada para poder salir de esa cárcel producto del heterocentrismo y una lucha por subvertir después, alcanzando su máxima radicalización en esas “cancioncillas”, como él mismo las denomina en la entrevista publicada en el fanzine Papel pal culo, que pueden llegar a recordar al lenguaje provocativo de grupos como Las Vulpess, cuya interpretación de “Me gusta ser una zorra” durante el 23 de abril de 1983 levantó más de una ampolla en la sociedad española. No debemos olvidar que los fanzines se convirtieron en el elemento en que se desarrolló la publicación contraoficialidad durante los años ochenta. De hecho es en ellos donde Millet publica Canciones de Bujé (La ola) y donde la provocación estaba latente. El propio Yeyo Millet, como era conocido por sus amigos, llegó a enviar (y esto se aleja del tipo de subversión que venimos comentando) unos poemas de Pasto lascivo a Diario de Avisos con una introducción a nombre de Andrés Sánchez Robayna. Este, que no la había escrito, manifiesta su malestar a Fernando Senante, director de dicha sección, lo que le cuesta a Millet no volver a tener espacio en dicho medio. En la entrevista antes mencionada, del todo informal y muy en el tono de la movida, el autor bromea con el hecho de provocar.


Pero no es el anecdotario lo que ahora se pretende reseñar. La realidad es que cuando afrontamos el análisis de estos doce años: 1979 – 1991, muy pronto nos damos cuenta de que estamos ante un autor que no se encuentra para nada dentro de líneas de su generación, pues su búsqueda quiere responder a las cárceles y preguntas del yo. La creación, entonces, es un acto de salvación. El lenguaje es utilizado para destruir el orden y adentrarse en otro estado. Las cárceles, pese al tono de pesadumbre que adquieren sus últimos poemas, abren sus rejas por medio del lenguaje. Del campo semántico del dolor y el silencio se pasa al del goce, el del disfrute y el de la provocación. No solo es consciente de su liberación personal, pues ha podido subvertir la norma que desarticulaba su «yo», sino que advierte que es necesario inducir una llaga en el espacio del orden y del heterocentrismo.

ANEXO

Ángel esnifando Bunnitex 555


Vencida adversidad,

llegas cansado envuelto

silencio que rompe.

Sátiro amé difícil; horror

verte héroe ácido,

en golpe encontramos forma.

Casa abierta,

acógete cómodo,

no preguntes inefable,

ves desnudo al fondo.

Cama preparada,

mudez continua niega júbilo,

errados ojos hablan ruinas.

Amanso gesto en ida,

nos detiene plácidos,

huelo pechos,

tu boca abierta sudando mi boca.

Penetra lento,

saliva en tu labio aligera,

rasga grito.

Duéleme desolación,

te merezco, náusea.

Ineludible origen, condición;

infelices distantes y al acecho.

Amarte fue un asombro.


(de Pasto lascivo)



Crimen del mirón


Bebimos, vuelvo sed

y niegas, fingido.

Temor, vasallaje, inútil predecir.


Asqueroso muchacho,

podrá ordenarme tu falo,

humillarás y robarás la cartera,

obligar cuello al filo de tus labios;

todo, pero, ¿beber mii güisqui?

No has cedido, víctima.

Si caes duele que provocas.


Rabia del alcohol entre los dedos

acorralará tus fantasmas.


Te odio de mirar, lascivo idiota.


(de Pasto lascivo)


Joven masturbándose


Tener en labios dócil

besar extendido necesitado amo manso miembro

Semen marca tu brazo no mi boca


Sonríes ocio

todo vigor salvaje no satisface


Tal hastío propicio

tan violenta desidia

lesión sin alivio

orden obsceno ahí esplendor


No evocación mano excelsa


¿Por qué rehúsas si mereces?

Pereza roza tibia ardor.


(de Pasto lascivo)


10 mg. De diazepam

10 mg. de diazepam para dormir amor
Bastan 10 mg.
el lento sueño es más adecuado
será más acogedor cuando vengan las sombras
las sombras del amor
Bastan 10 mg. de diazepam
en esta normal noche sin sueño.
(de
Florecillas)


Notas

1 Todas las citas que se realicen a partir de ahora han sido tomadas de Millet, E. (2002) Pasto lascivo y otros poemas: obra poética incompleta (1979 – 1991). Tenerife: Baile del sol

2 Puede leerse en la cuarta parte de la Muestra de poesía Canaria que realizó Mario Domínguez Parra para la revista Círculo de Poesía: http://circulodepoesia.com/2014/07/muestra-de-poesia-canaria-cuarta-parte/


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